jueves, 18 de febrero de 2010

Científicos y ciclistas

Por fin ha sido desbaratada esa farsa del calentamiento global, esa conspiración mundial de científicos chiflados para obligarnos a andar en bicicleta y financiar sus investigaciones. Es obvio que detrás de ese complot se esconden los grandes capitales de las fábricas de bicicletas. Ya lo decía yo, la culpa de todo la tienen los científicos y los ciclistas. Pero ya no importa, ahora puedo hacer todas aquellas cosas que siempre soñé sin que me remuerda la conciencia por recalentar el planeta.

En primer lugar venderé mi bicicleta y usaré el dinero para comprarme un jeep todo terreno, de esos que consumen más nafta que un portaaviones. Dejaré de clasificar la basura, basta de reciclaje, a partir de hoy cuando vaya al supermercado para cargar con víveres mi nuevo jeep sólo me llevaré productos en embases de plástico, nailon o cualquier otro material que tarde por lo menos medio milenio en degradarse. Una vez que esté bien provisto, aprovecharé mi nuevo medio de transporte para irme de safari por África. Pero nada de esos safaris fotográficos para vegetarianos, a divertirse cazando animales como Dios manda, pero ojo, sólo especies en peligro de extinción, que tampoco soy un desalmado. No para comerlos - para eso ya están los pollos reventados a hormonas o las gallinas ponedoras encerradas de a veinte por cada jaulita - sino para quitarles sus pieles y darle un toque más fashion al tapizado del jeep. Si eso no me satisface siempre puedo cambiar de destino y quemar algunas hectarias de la Amazonia, construir allí alguna que otra fábrica de pesticidas en aerosol, vertir los residuos industriales en los ríos y demás fuentes de agua potable de la zona, despedir a la atmósfera una buena dosis diaria de monóxido de carbono y varios gases tóxicos.