jueves, 17 de abril de 2008

El Security. Segunda parte.

Algunas semanas más tarde salimos a bailar a otra discoteca. La noche prometía, fiesta de espuma y actuación en vivo de una de las bandas de cumbia más exitosas que había en Uruguay por aquella época, una de las pocas con canciones que llegaron a estar de moda en el exterior. Esta vuelta ya venía preparado, a diferencia de la vez anterior, en esta ocasión me hice pasar por security con alevosía y predeterminación. Cuando empezaron a subir los instrumentos al escenario, dejé de bailar y subí cumplir con mi labor. La discoteca era mucho más grande que la otra, la banda tenía muchas más fans, así que me mantuve bastante ocupado haciendo mi trabajo. Sobre el final del espectáculo empezó a caer la espuma del techo y varias chicas trataron de aprovechar el desconcierto inicial para intentar colarse al escenario, no fue sencillo mantenerlas a todas a raya.

Después de que la banda se retirara seguí con mi rol un rato más, haciendo de cuenta que supervisaba la descarga de los equipos. Desde allí arriba noté una rubia hermosa que me miraba. Era una de esas mujeres que las ves y no puedes sino quedarte boquiabierto de admiración, atontado ante la desbordante belleza que Dios ha otorgado a las hijas de Eva. Una de esas que no suelen notar la presencia de un simple mortal como yo. De hecho, me había ignorado olímpicamente tan sólo una hora antes, cuando aún era tan sólo otro civil que no carga sobre sus hombros la responsabilidad por la seguridad personal de tan destacados artistas. Respiré hondo, aspiré coraje, bajé de mi podio y me le acerqué:

- Hola, qué tal. Ahora estoy de servicio, pero más tarde cuando termine me gustaría invitarte a tomar un trago.
La verdad es que había llegado en auto y tenía que arrimar a mis amigos a sus casas, no podía tomar alcohol ni quedarme, pero ya pensaría como me las arreglaría. Los muchachos podían esperar y yo podía tomarme un café.
- Me encantaría. Pero estoy toda mojada.
- ¿¿Eh??
- Me mojé toda por la espuma y necesito volver a casa a cambiarme de ropa.
- Aaaah...
- Pero yo a la banda la sigo a muchos de sus recitales, así que seguro que nos vemos, podemos dejarlo para la próxima.
Así que la chica sí estaba interesada. Ésta era una oportunidad que no podía dejar pasar, era necesario improvisar:
- Lo que pasa es que yo no siempre trabajo con ellos, voy rotando entre varios grupos, hoy justo le estaba haciendo una suplencia a un colega.

Conversé con ella un rato más. Al final quedamos en que otro día hablábamos por teléfono y coordinábamos para encontrarnos. Estaba eufórico, saboreando el éxito de la jornada, subiendo al coche para ir a casa y cerrar la noche con unas bien ganadas horas de sueño, cuando me di cuenta de que no había anotado su número de teléfono. Mis amigos ya estaban adentro del auto tratando de fijar a cual de ellos convenía que llevara a su casa primero. Me bajé del auto y salí corriendo a buscarla. Como no podía ser de otra manera, la leyes de murphy establecieron que justo en ese momento el taxi al que subió arrancara viaje. Volví al auto e inicié la persecución.

Había sacado la libreta de conducir hacía poco. El examen lo había salvado de pura suerte, lo cierto es que era un verdadero peligro al volante. El confianzudo de mi padre tendría que haber pensado dos veces antes de prestarme las llaves. Mis amigos tendrían que haberlo pensado tres, antes de embarcarse en aquel navío estando yo al timón. Sospecho que más de uno habrá estado a punto de ensuciar sus pantalones durante los peligrosos minutos que pasaron hasta que alcancé al taxi. El taxi paró, ella se asomó a la ventana y me dictó su numero.

Después de aquella noche tan hollywoodesca tan llena de acción, sólo me faltaba volver a verla y completar el guión con el final feliz. En mi cabeza ya me había rodado toda la película. Habría que explicar cómo es posible que el guardia de seguridad fuera un flacucho como yo (en aquella época no ostentaba la alegre panza cervecera que luzco hoy en día) y no la típica bola de músculos y esteroides. Por su puesto, la explicación incluiría supuestos viajes a Israel, para imaginarios cursos de entrenamiento bajo la tutela de los renombrados servicios de seguridad israelíes. Lástima que las cosas no siempre salgan como uno las planea e insistan en esa molesta manía de tomar giros perturbadores.

Continuará...

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